AL VUELO/ Gansomanía

Por Pegaso

Desde que el Pejidente ALMO pronunció aquella brillante frase que quedará para la posteridad: “¡Me canso, ganso!”, en México ya nada es igual.

Se ha abierto una caja de Pandora y ha crecido exponencialmente el interés en los palmípedos.

Ahora, cada vez que alguien lanza un reto a otro, éste le contesta sacando el pecho, elevando las cejas y poniendo las manos en jarra: “¡Me canso, ganso!”

La frase o dicho ya forma parte del rico acervo cultural mexicano.

Como anteriormente lo expusimos en este espacio, quien primero lo dijo fue el genial comediante Germán Valdez “Tin Tan”, en la película de 1947 llamada “Niño Perdido”, cuando su carnal Marcelo lo retó a que cantara una canción.

“Me canso, ganso dijo un zancudo cuando volar no pudo una pata se le torció y la otra se le hizo nudo, luego le dio aftosa y hasta se quedó mudo. Ya mejor no le sigo porque luego yo sudo”,-expresaba el mimo en ese largometraje en blanco y negro.

El ganso (Anser anser) es un ave palmípeda de la familia Anatidae, subfamilia Anserinae.

También se le conoce como ánsar, ánade u oca.

De niño, cuando mi mamá me daba un peso, iba corriendo a la tienda a comprarme mi gansito, el cual disfrutaba sentado a la sombra de un mezquite.

Pienso que cuando al Pejidente le dijeron que no iba a ser posible la construcción del nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) donde él quería, la primera escena que le vino a la mente fue la de Tin Tan, cantando con su carnal Marcelo, por asociación de ideas, ya que en ese momento estaba recordando un mandado que le había encargado a Marcelo Ebrard, quien también es su carnal del alma.

Explicado el enigma, no me queda más que recomendar a los integrantes del H. Congreso de los Estados Unidos Mexicanos que consideren escribir la famosa frase en letras de oro en el estrado principal para memoria de los actuales habitantes de nuestras Nación y recordatorio perenne para las futuras generaciones.

Ahora que si consideran que se trata de un aforismo expresado en términos demasiado coloquiales para tan alta tribuna, sugiero que lo traduzcan a términos más galanos o académicos, por ejemplo: “Me extenúo, ave palmípeda de la familia anserinae”.

Haiga sido como haiga sido, ya forman parte de la herencia política y cultural de los mexicanos, y estoy seguro que será incluida en los libros de texto de Historia y Civismo, junto a aquella de Cuauhtémc, cuando Cortés lo tuvo prisionero para que le entregara su tesorito: “Toma ese cuchillo que tienes en el cinto y mátame”, o aquella otra de Benito Juárez, cuando pretendía convencer a las potencias europeas a no invadir nuestro territorio: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Pero aunque no lo crean, también Miguel Hidalgo se aventaba de vez en cuando una joyita como la que sigue: “La lengua guarda al pescuezo”.

Más formal fue Francisco I. Madero, al decir: “Un buen gobierno sólo puede existir cuando hay buenos ciudadanos”.

Pero sin duda alguna, con quien más se identifica nuestro Pejidente es con Cristo, cuando dijo: “Dejen que los chairos vengan a mí, porque la Cuarta Transformación es de los que son como ellos”.

No estoy muy seguro si Cristo usó la palabra “chairo” y la frase “Cuarta Transformación”, pero la idea es esa, como dijo El Chapulín Colorado.

Otra similitud entre estos destacados personajes es que cada uno se identifica con dos animales: Cristo con el pez y el cordero y ALMO con el ganso y el pejelagarto.

Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “Abstente de atirantarle en demasía la cerviz al ánade”. (No le estires tanto el cuello al ganso).

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