AL VUELO/ Pejenomia

Por Pegaso​

El nuevo Gabinete Presidencial ya casi está listo. Se prepara también el paquete de iniciativas que de manera inmediata pondrá en marcha el próximo Gobierno Federal, entre ellas, tal como lo prometió el flamante Presidente Electo, bajar el IVA al 8% y el ISR al 20%.​

Luego de mi vuelo vespertino me puse a leer los correos electrónicos y ví que el último mensaje decía literalmente: Se presentó una iniciativa con proyecto de ley para que todos los mexicanos cambiemos de nombre, de acuerdo con unas sencillas reglas, que son las siguientes:​

-El primer nombre de la persona será sustituida por su diminutivo, por ejemplo, José por Pepe, Luis por Güicho, Carlos por Charly, etcétera.​

-El segundo nombre se sustituye por el mismo diminutivo, al cual se le agrega la terminación -ín, por ejemplo, Pepín, Güichín o Charlín.​

-Como primer apellido se agregará un calificativo que defina a la persona. Si es ofensivo o despectivo, mejor. Este último se deja a la imaginación de los amigos, compañeros o familiares del interesado.​

-En el caso de las mujeres, se agregará el subfijo -a.​

En base a lo anterior, yo me imagino que si alguien se llama Pedro, quien acostumbra echarse gases, alguien podría sugerir que cambie su nombre al de Peter Petrín Pedorrín.​

O si se llama Vicente, cambiaría su nombre al de Chente Chentín Mandiloncín. Qué sé yo. Las posibilidades son infinitas.​

De ese modo, ya no estaremos viendo en los medios nacionales de comunicación nombres tan odiosos como el de Carlos Salinas de Gortari, quien a partir de que entre en vigor esa ley pasará a llamarse Charly Charlín Peloncín, o su tocayo, Carlos Slim, que recibirá el bonito nombre de Charly Charlín Ladinín.​

Y el Presidente de la República saliente, como ya lo hemos dicho, se irá a algún retiro a su natal Estado de México con una nueva identificación oficial que dirá: Quique Quiquín Gandallín.​

Luis Miguel ya no se presentará en sus conciertos de esa manera, sino como Güicho Güichín Dientoncín.​

Javier «El Chicharito» Hernández llamaráse Javy Javín Chicharín.​

Elba Esther Gordillo ya no será más «la Maestra». Su nuevo nombre de pila será Elba Elbina Transina.​

Carlos Romero Deschamps estrenará nombre. A partir del año próximo se llamará Charly Charlín Raterín.​

En fin. No faltará quién ponga trabas a este nuevo y nunca visto sistema para designar a los más de 127 millones de mexicanos.​

Por ejemplo, en la credencial de elector, donde habría duplicidad o confusión. Sin embargo, nada más con verle la cara al portador, se podrá hacer la identificación de manera correcta.​

Al analizar la iniciativa presidencial con proyecto de ley me puse a pensar si su origen no estará en el segundo debate que sostuvo nuestro flamante mandatario electo, donde llamó a Ricardo Anaya Cortés, su contrincante del PAN, con el nombre de Ricky Rikín Canayín.​

Pienso que desde entonces ya estaba pensando en la nueva nomenclatura, aunque puede que también se inspirara en la clásica presentación del genial comediante Adalberto Martínez, quien siempre se identificaba como Resortes Resortín de la Resortera.​

Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: «¡Ayyyy, pequeña progenitoraaaa!» (¡Ayyyy, mamachitaaaa!)​.

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