Al Vuelo/ Archie

Por Pegaso​

Archie era un personaje de una revista de historietas norteamericana que se publicaba en México entre 1960 y 1980.​

Retrataba la vida de los jóvenes de clase media del vecino país del norte.​

En un pueblecito imaginario llamado Riverdale transcurren las aventuras de Archi, un adolescente pecoso y pelirrojo que vive un triángulo amoroso con dos de sus lindas amiguitas, la rica Verónica y la pobretona Betty.​

Su mejor amigo es el tragón Torombolo y su archirrival en amores es el pedante e inmaduro Carlos, hijo de un rico empresario.​

Hay otros personajes llamados Gorilón, tipo alto y fuerte, bueno para los deportes, pero malo para el resto de las clases y Dilton, un joven genio.​

También están el Señor Paz y la Señora Paz, maestros de la escuela de Riverdale que se preocupan por el aprovechamiento escolar de los alumnos.​

Archie es también un nuevo personaje que vino al mundo el día 6 de mayo en Sussex, Inglaterra.​

Su nombre completo es Archie Harrison Mountbatten-Windsor y es el primer niño mulato que nace en la familia real inglesa. («¡Qué horror!»-, diría la vieja momia de la reina).​

Seguramente, a diferencia de su tocayo de Riverdale, el de Sussex crecerá en pañales de la más fina seda, tendrá todo a su alcance, tomará su leche en biberón de cristal cortado con tapa de oro e incrustaciones de diamentes.​

Mientras que alrededor del mundo millones de niños sufren por los rigores de la hambruna, la mirada de todos están puestas en el adorable y encantador bebé, nieto de la finada Lady Di.​

Debíamos estar pensando más en los niños pobres de Etiopía, de Haití o de aquí, de la colonia La Nopalera, antes de admirarnos por el lujo y el esplendor de que está rodeado el rozagante y cachetón infante.​

Porque, ¿a quién diablos le debe importar? Ni parientes de él somos la gran mayoría de los que habitamos el planeta.​

Será otra rémora más, herencia de un sistema feudal que la Humanidad debería esforzarse en olvidar.​

La realeza, los reyes, príncipes y princesas vivieron vidas de ensueño gracias a la explotación de sus súbditos.​

Dueños de horca y cuchillo, los monarcas poseían la tierra y decidían quién vivía y quién moría.​

Incluso había una costumbrita donde el rey tenía derecho de pernada, es decir, aquella correteable y bella joven que iba a contraer nupcias, antes de entregarse a su maridito debía pasar por las armas del monarca.​

Pocos fueron los reyes realmente bondadosos y generosos que vivieron en el mundo porque la mayoría eran unos sátrapas, multiasesinos y canallas.​

El futuro del encantador infante de la nobleza británica está más que claro, no así el de la inmensa hueste de flacuchos niños que apenas se llevan a la boca un miserable bocado al día.​

Mejor me pongo a leer mi revista de Archie, el de Riverdale.​

Va el refrán estilo Pegaso: «Quien es ejemplar añoso de Bos taurus, inclusive al yugo lengüetea». (El que es buey hasta la coyunda lame).​

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