AL VUELO/ Cachito

Por Pegaso

Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, analizando la manera tan maravillosa en que se pueden resolver todos, toditos los problemas del país.

Es más, este sistema debe ser patentado por nuestro Tlatoani para que no se lo copien otras naciones; o si quieren adoptarlo, deberán pagar regalías por derecho de autor.

Me refiero, por supuesto, a la rifa del avión presidencial, donde el premio no será el avión presidencial, sino el costo del avión presidencial. ¿Me entendieron mis dos o tres lectores?

Bueno. Esta forma de obtener recursos frescos que yo he bautizado como “El Método del Premio Fantasma”, es algo novedoso, original, fresco y morrocotudo.

Ayer, el Pejidente sacó un quinientón de su cartera y compró el primer “cachito” en vivo y en cadena nacional, como poniendo el ejemplo para que el resto de los mexicanos adquiramos un boleto para el sorteo que se hará el 15 de septiembre.

En ese mismo tenor, una vez que pase la euforia del avión presidencial y que conozcamos quién es el afortunado ganador, no nos queda más que esperar la siguiente rifa, que no debe demeritar de la primera.

Yo propongo que se rife el Palacio Nacional, seguido de Bellas Artes, la Columna de la Independencia, el Castillo de Chapultepec y el Hemiciclo a Juárez.

Claro está, que el premio no serían esos históricos monumentos nacionales, sino su precio.

De igual manera, se pondrían a disposición de los mexicanos los “cachitos” de lotería, pero además, se tendría la ventaja de que los muy patriotas y heroicos empresarios millonetas también le entrarían a la rifa, adquiriendo lotes de boletos de 20, 40, 100 y 200 millones de pesos.

Pero esa sólo es una idea de su servilleta, Pegaso.

Sin embargo, siempre hay que prever porque uno nunca sabe.

Imagínese que de repente el Presidente Ruso Putín quiera rifar el Kremlin, o El Trompas el Capitolio.

Y ya en el colmo, todos los países podrían aprovechar para su beneficio esta magistral idea sorteando la Gran Muralla China, las Pirámides de Egipto y la Torre Eiffel.

¿Quién no pagaría 500 devaluados pesos por comprar un cachito?

Aunque las posibilidades de sacarse el equivalente a todas estas reliquias y monumentos son ínfimas, sobrarían postores y los gobiernos obtendrían una forma diferente de ingresar recursos a sus arcas, sin necesidad de aumentar los impuestos.

¿Ven por qué les digo que se debe patentar el “Método del Premio Fantasma”?

Y lo maravilloso es que no sólo se puede aplicar entre gobiernos. También entre particulares funciona.

Yo, por ejemplo, vendería “cachitos” para rifar mi mullido cumulonimbus, y al que se lo saque le entregaré el equivalente monetario.

Hay quienes, para salir de la miseria, venden su alma al diablo, pero con este infalible sistema, cualquiera puede sortear… no sé, un puente internacional, un edificio del IMSS, una carretera o un aeropuerto entregando como premio el costo del mismo.

Hay que estar orgullosos de esta extraordinaria idea, netamente mexicana.

No cabe duda de que lo hecho en México, está bien hecho, como decía el famoso eslogan.

Y por hoy termino con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Ron Damón: (¿Afirmativo, individuo?¡Ponte en locomoción!” (¿Sí, tú? ¡Ándale!)

POSDATA: Aunque el cachito que compró ALMO tiene puros ceros, la posibilidad de que se saque “el gordo” es igual que el resto de los boletos: una entre seis millones.

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