AL VUELO/ Series

Por Pegaso​

Andaba yo volando con mi Pegasita allá, por la colonia Módulo 2000, ya que un buen amigo nos invitó a celebrar el cumpleaños de su bella esposa.​

Y ahí, cobijados por un  cálido ambiente familiar, comentaba alguno de los invitados sobre las series que se pueden ver en Netflix y otros formatos que ofrece la televisión de paga, relacionados con el tema del narcotráfico.​

Pese a lo adictivos que pueden llegar a ser esos seriales, en lo particular evito ese tipo de material porque considero que hace apología de un delito, y más que enseñar o denunciar lo que hacen es volver más atractiva la figura de los delincuentes.​

Es así como El Chapo Guzmán se ha convertido en un sujeto admirado por millones de mexicanos, casi, casi, un héroe nacional, y sobre su vida se ha tejido toda una historia que pretende justificar lo injustificable.​

No. Definitivamente ni mi Pegasita ni yo podemos considerar siquiera ver un capítulo de alguna de las muchas series que ya abundan, como El Cártel, Sin Tetas no hay Paraíso, La Reyna del Sur, El Señor de los Cielos, Pablo Escobar, el Patrón del Mal, Narcos o la gringa Breaking bad.​

Esta última, Breaking bad, que puede traducirse como «corrompiéndose» o «volviéndose malo» relata la historia de un profesor de química con cáncer de pulmón, quien, para costearse el tratamiento empieza a cocinar y a vender cocaína. O sea, que de alguna manera trata de justificar lo que hace el personaje. Al rato todos los que tienen cáncer se pondrán a producir y a distribuir droga para poder curarse.​

Ya tenemos suficiente violencia en la vida real como para querer seguir viendo y aficionándonos a ella en la televisión, influenciándonos y viendo a los capos de la mafia como figuras a imitar.​

Hace tiempo le decía yo a un personaje de la política que la supuesta lucha contra la delincuencia organizada es una falacia, una gran simulación, y estuvo de acuerdo conmigo.​

Atacar el fuego con el fuego sólo ha traído muerte a lo largo y ancho del territorio nacional.​

Pienso que no es por ahí. PARA ACABAR CON ESTA SITUACIÓN DE ZOZOBRA SE DEBEN REVERTIR LAS SITUACIONES QUE LA CREARON.​

Estoy lo suficientemente convencido de que los mexicanos sufrimos desde hace varias décadas un proceso de narcoleptización, o sea, nos empezaron a lavar el coco para que aceptáramos poco a poco la cultura del narco como algo deseable, como algo «cool», como algo de moda.​

Siendo como somos los mexicanos, que nos gusta siempre llevar la contra a quien tiene la autoridad, soñábamos con emular las hazañas de Chucho «El Roto», nuestro Robin Hood a la mexicana. Posteriormente vinieron películas como «La Banda del Carro Rojo» donde Camelia La Tejana y Emilio Varela se convirtieron en figuras populares; narcocorridos como Polvo Maldito, El Viejo Paulino y Pacas de a kilo allanaron el camino para que nuestra mente aceptara la narcocultura, así, subliminalmente como algo cotidiano y muy cercano a nosotros.​

¿Qué significa revertir el proceso de narcoleptización? Prohibir las series sobre narcotráfico, eliminar los narcocorridos, establecer un programa de reacondicionamiento social para convertir el narco y la violencia de algo deseable a algo detestable e incluir el tema en los libros de texto para que la historia no vuelva a repetirse, por citar algunas acciones de aplicación inmediata.​

Ya sé. Estos sanos consejos no se aplicarán porque todo se trata de una gran simulación y México estará dominado por la narcocultura durante mucho tiempo más.​

Va el refrán estilo Pegaso: «Evolucionamos de manera similar a la acémilan par de movimientos de locomoción hacia el frente y una cantidad equivalente hacia nuestras espaldas». (Vamos como la mula, dos pasitos pa’ adelante y otros tantos para atrás).

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